Texto: Silvia María Fernández Alonso.
Finalizado de actualizar el día 12 de octubre del año 2015.
1_ LOS ORÍGENES
¡Tú me mueves, Señor! Muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte. (1)
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(1) 2.º cuarteto del soneto A Cristo crucificado, Anónimo, siglo XVI.
Desde la Baja Edad Media se difundió y se desarrolló en Europa el culto a la Santa Cruz, pero en España esta devoción no está documentada hasta el año 1208. Dos siglos más tarde, en 1448, se constituyó la primera Hermandad penitencial en Sevilla: la Hermandad de la Santa Vera Cruz (del latín verus -ri, verdadero y cruz) y a partir de la segunda mitad de ese siglo comenzaron a fundarse las cofradías y hermandades de la Santa Cruz como congregaciones de devotos y con autorización competente para el ejercicio en obras de piedad, siendo una de sus funciones principales la exaltación de la Cruz. Así pues, las Cofradías de la Veracruz o de la Santa Cruz tienen sus antecedentes en el culto a la advocación de la Cruz que se celebraba el 14 de septiembre.
En los siglos XIII y XIV el ritual cristiano estaba caracterizado por la sobriedad y el intimismo en sus manifestaciones, influidas, sin duda, por el espíritu monacal. Sin embargo, en el siglo XV se produce una renovación religiosa y el desarrollo de las cofradías y de las hermandades irá unido a la necesidad de manifestar externamente las creencias. De este modo surge, en los siglos XV y XVI, el compromiso de ofrecer al pueblo una visión sencilla de la religión, acercándole las esferas de lo divino y de lo humano, para facilitarle la comprensión de los misterios de la Fe.
Bajo este contexto, y como ya indicaba don Jesús Hornillos Alonso en la publicación editada por la Hermandad en el año 1981, don Pedro López de Ayala, III Conde de Fuensalida y señor de la Villa de Guadamur, instaura el 14 de septiembre de 1530 la “Fiesta de Acción de Gracias” por las cosechas obtenidas, haciéndola coincidir con la festividad religiosa de la Santa Cruz.
Y es en 1531 cuando López de Ayala funda una Hermandad en Guadamur con el nombre de “Santísimo Cristo de la Piedad”: nuestra Hermandad. Este primer año, la Cofradía estuvo compuesta por cuatro personas: el Conde y tres hidalgos más residentes en la villa.
En 1532, se encarga la imagen del Cristo de la Piedad, figurando ya en el inventario de la parroquia de ese año. Un acta de la época, que se conserva en el archivo histórico de la Casa de Frías, nos narra de la siguiente forma la fiesta de aquel año:
“…e fue puesta la imagen bajo un arco de romero y tomillos, para recibir desta forma la ofrenda de nobles y vasallos cada uno de los suyos y después deste ofrecimiento, el Code D. Pero nuestro Señor, dio orden de que se cantara y bailara y ubo comida y bebida para todos e juntos con el cura propio dieron gracias al creador y se tubieron fiesta tres días…”
En 1535 el Conde cede sus propiedades a los vasallos, pasando a estar en manos de los habitantes de la villa la administración de los intereses del municipio. Este hecho repercute también beneficiosamente en la configuración de nuestra Hermandad, ya que pasa de tener un carácter elitista a ser más popular permitiéndose la participación en ella de cualquiera de los habitantes de la villa (aún solo los varones) que así lo decidieran. El Conde ya sólo es Hermano Mayor Honorario y los libros quedan abiertos a todos aquellos que deseen ser cofrades numerarios. Desde este momento la fecha de la fiesta queda fijada en cuatro días: 13, 14, 15 y 16 de septiembre.
Desgraciadamente contamos con pocos datos más, pues los libros de la Hermandad junto con la talla del Cristo fueron destruidos durante la Guerra Civil Española. Al finalizar la contienda, se encargó la imagen actual y se abrieron los libros de que disponemos hoy día.
2_ LA HISTORIA RECIENTE
En este capítulo vamos a tratar de resumir con unas breves pinceladas lo que ha sido la Hermandad durante cerca de los últimos cien años de su historia y a enumerar cronológicamente algunos de los logros alcanzados gracias al tesón, al esfuerzo y a los desvelos desinteresados de las sucesivas Juntas Directivas y al apoyo y la confianza que el resto de los hermanos hemos depositado en ellas.
Los datos que aquí exponemos se han obtenido de los libros de la Hermandad y de la memoria histórica de don Mariano Alonso Fernández (†) y don Juan Ignacio González Hornillos.
Empezaremos enumerando los nombres de las personas que se han hecho cargo de la Hermandad, y el período de tiempo correspondiente a cada mandato:
Don Alejo Braojos Velasco (1909-1915)
Don Cándido Alonso Sánchez (1915-1936)
Don Valentín Hornillos Vallejo (1939-1969)
Don Martín García Bolonio (1969)
Don José Hornillos Alonso (1969-1981)
Don Pedro Villanueva Alamillo (1981-1985)
Don Juan Ignacio González Hornillos (1985-1989)
Don Jesús Escribano Sánchez (1989-1993)
Don Ángel Rodríguez López (1993-1998)
Don Miguel Ángel Sánchez Martín (1998-2002)
Don Ángel Machuca Espinosa (2002-2006)
Don Víctor Manuel Alonso Sánchez (2006-2011)
Doña María del Amparo Fernández Alonso (2011-2015)
Don Pedro Jesús Gómez Gómez (2016-2022)
Don Sergio Gómez Recio (en la actualidad)
Durante las cuatro primeras décadas del siglo XX fueron don Alejo Braojos Velasco (1909-1915) y don Cándido Alonso Sánchez (1915-1936) los que estuvieron al frente como Hermanos Mayores.
El 10 de agosto de 1939, y tras el paréntesis que supusieron los tres años de Guerra Civil, se reorganiza de nuevo la Hermandad: se nombra Hermano Mayor a don Valentín Hornillos Vallejo y se acuerda también otorgar el título de Hermano Mayor Honorario a don Felipe Clemente de Diego. El número de hermanos asciende a 154.
Ese año la fiesta religiosa consiste en Vísperas, Miserere, Misa Solemne con sermón, Ofrecimiento, Procesión, Funeral por los Hermanos difuntos y Cabildo. En la profana, a consecuencia de las penurias de la época, la pólvora se reduce a doce docenas de cohetes, seis volcanes y seis carretillas. Pero, para poder celebrar las fiestas, se tuvo que pedir prestada la imagen de un Cristo al Palacio Arzobispal. Dicha imagen era de talla más pequeña más o menos como la que cuelga en la actualidad de la pared que está tras del Altar Mayor de nuestra Iglesia. Al año siguiente, don Marcial Gómez Mora y su esposa doña Juana Alonso Díaz donan a la Hermandad la actual talla del Santísimo Cristo de la Piedad, y en 1942, doña Leonor Pedernal Morales regala las potencias.
El 14 de septiembre de 1943, en respuesta a la invitación efectuada por la Hermandad, el Ayuntamiento de Talavera de la Reina entra a ofrecer dos floreros y dos lámparas realizadas por el conocido ceramista toledano Juan Ruíz de Luna (Noez 1863 – Talavera 1945), y cede también su Banda Municipal de música para dar un concierto junto con la de Guadamur.
Un año más tarde, en 1944, don Felipe del Cojo Barrios y doña Demetria Moreno Sánchez regalan un retablo de color azul celeste y unas barandas para la decoración de la Capilla del Santo Cristo. También es para la Capilla la mesa de altar de madera tallada y el farol con instalación eléctrica que dona don Lucas García de Castañeda en 1948 como prueba de gratitud por haberse recuperado, tras encomendarse al Santísimo Cristo, de un estado muy grave de salud. Asimismo, y por motivos similares, la Hermandad recibe además ese mismo año cuatro floreros para adorno de las andas procesionales donados por don Eduardo Braojos Moreno.
Hasta 1948, la Hermandad está compuesta exclusivamente por hombres. Pero ese año se acuerda por unanimidad la admisión de cuantas mujeres lo deseen, en calidad de Esclavas del Santísimo Cristo de la Piedad y teniendo los mismos derechos y prerrogativas que los hombres. Se acuerda también nombrar Mayordomo Honorario Permanente a don Lucas García Castañeda y Esclava, con el número uno en la lista general, a doña Carmen García Castañeda de Rodrigáñez. El número total de mujeres que figuran en la lista ese año es de 65.
En 1949, se decide por primera vez reformar las andas del Santísimo Cristo, colocando un cuerpo más sobre el que había e instalando ocho brazos, en lugar de los cuatro con los que contaba hasta entonces.
En 1952, la familia de doña María Braojos Torrijos, esposa del cofrade don Jesús Barrios Navalmoral, regala una lámpara de cristal, que se instala en el centro de la Capilla.
Un año después, se acuerda conceder un voto de gracias a doña Amparo González, viuda de don Felipe Clemente de Diego Gutiérrez, quien fuera nombrado Hermano Mayor Honorario en 1939, y a todos sus hijos, por la donación de una bandera a la Cofradía. Asimismo se acuerda nombrarla Camarera Mayor Honoraria, y a su hijo don Gregorio Clemente de Diego González, Hermano Mayor Honorario.
Es constante, como estamos viendo, la donación de innumerables objetos a la Hermandad, bien desinteresadamente, bien en agradecimiento a los ruegos solicitados a nuestro Cristo. Un nuevo caso se produce en 1954. Esta vez las hermanas doña Patricia y doña Dolores Hornillos Vallejo donan dos floreros para el Santísimo Cristo. En 1955, es la Junta Directiva quien regala una alfombra para la Capilla.
El 14 de septiembre de 1959, la Escolanía de Jesús de Medinaceli canta la Misa Mayor gracias a las gestiones efectuadas por don Antonio del Cojo Moreno, que sufragó los gastos de desplazamiento y de manutención.
En 1961, se nombra Cofrade Honorario a don José María Hidalgo Berllini, teniente de aviación, por haber contribuido a la espectacularidad y colorido de la fiesta con el lanzamiento de cientos de octavillas alusivas a nuestro Cristo desde una avioneta el día 13 de septiembre.
En 1962, se proyecta adquirir un nuevo retablo con el fin de renovar el altar de la Capilla donde está expuesto el Santísimo Cristo. La idea fue muy bien acogida y gracias, tanto a la aportación de la Hermandad, como a la suscripción o contribución popular pronto se logró el dinero necesario para hacer el remozado de la Capilla. El retablo se inauguró el día 1 de septiembre del año siguiente.
Tres años más tarde, la Hermandad recibe una nueva donación: don Pedro Melar López regala una esterilla artística confeccionada para la Capilla del Santísimo Cristo. También formará parte de la Capilla un cuadro pintado al óleo representando a Jesús crucificado, a la Santa Virgen y a San Juan Evangelista, que en 1967 dona don Casimiro Patiño Layos.
En 1974, se colocan dos cordones más desde la Cruz, pasando de ser seis a ser los ocho actuales, igual que el número de brazos.
Desde 1977 y coincidiendo con la llegada de la democracia se decide que el cargo de Hermano Mayor dure cuatro años, pudiendo prorrogarse si así lo decide el interesado y lo acepta por mayoría el conjunto de hermanos presentes en la elección.
En 1981 se acuerda confeccionar un nuevo estandarte por encontrarse el existente bastante deteriorado y en mal estado, encargándose de ello doña Mª Reyes Rodríguez López, quien regala el trabajo de la confección; y cuatro años más tarde se considera oportuno arreglar el cancel (la contrapuerta ajustada a la puerta principal de entrada a la Iglesia que evita las corrientes de aire y amortigua los ruidos exteriores) y el pretil del atrio de la Iglesia.
En 1986, se instaura el acto de bajar al cementerio el día 12 de septiembre por la tarde, con la finalidad de realizar una Ofrenda Floral a los hermanos difuntos y de rezar un responso por el eterno descanso de sus almas. También se decide ese mismo año comenzar las obras para la restauración de la Capilla del Cristo, obras que se alargan hasta 1989 y que consisten en destejar, poner vigas de cemento y tablero de rasilla, colocar un artesonado de madera e instalar una reja en la entrada de la Capilla.
En 1987, se produce una nueva donación: doña Isabel Hornillos Alonso regala una pica confeccionada por el artesano don Rodrigo de Diego, descendiente de Guadamur.
Cuatro años después, en 1991, Su Santidad Juan Pablo II otorga la Bendición Apostólica a nuestra Hermandad. Ese mismo año, don Mariano Figueroa Espinosa dona un bastón, para que en lo sucesivo lo porten los Hermanos Mayores durante las procesiones.
Las obras de remodelación de la Capilla, que han permanecido paradas dos años, se reanudan en 1992. El proyecto se encarga al paisano y hermano don Manuel Sánchez Sánchez y los trabajos se prolongan hasta finales de 1993, participando en ellos, de forma desinteresada, numerosos cofrades. La obra representa el hermanamiento de las tres culturas y de las tres religiones que convivieron en la Península Ibérica medieval (la cristiana, la musulmana y la judía) hasta la segunda mitad del siglo XIV. Esta convivencia se vio rota por el fuerte clima antijudío que se propagó a lo largo del territorio español y que obligó a los judíos a convertirse a la religión cristiana o a emigrar, dejando su comunidad muy debilitada. La supremacía final del cristianismo en España fue fruto de la reconquista que los núcleos políticos cristianos realizaron en el transcurso de los siglos VIII al XV, con la finalidad de recuperar el territorio que, con anterioridad, había sido ocupado por los musulmanes. La decoración de la capilla, pues, pretende recordar y rendir un homenaje a ese ejercicio de tolerancia que supuso la coexistencia de diferentes culturas y religiones en nuestra Piel de Toro.
En 1993, se vuelve a registrar una donación más: una campana procesional para que con su toque los porteadores de las andas del Cristo sean avisados de cuándo deben parar o reiniciar la procesión. Se resuelve que el primer año la lleve su benefactor, don Benjamín Melar Martín.
En 1995 la Junta Directiva de la Hermandad comunica en el Cabildo la pretensión de encargar unas andas nuevas para la talla del Cristo confeccionadas en plata de ley, intención que es aprobada por el resto de la Cofradía. El artesano a quien se encomendó la obra entrega las andas al año siguiente. Los faroles que incorporan estas andas fueron donados por la familia Arévalo Santa Cruz, Marta y Carlos Morales Machuca, familia Villasante y Beatriz y Cristina de la Torre Escribano.
Es en 1999 cuando se crea un Cuerpo de Penitentes para su participación en la procesión del Viernes Santo y se aprueba el establecimiento de un escudo para la Hermandad:
“Escudo castellano, terminado en tres puntas, coronado por las potencias del Santísimo Cristo de la Piedad, en el que aparece una Cruz, junto a las iniciales JHS y debajo de las mismas, una corona de espinas y tres clavos como símbolo y representación de la Pasión”. (Libro de Actas de la Hermandad).
Este mismo año, doña Blanca Melar del Río y doña María del Valle Sánchez Melar confeccionan cinco bandas procesionales con el mencionado escudo bordado en ellas y las donan a la Hermandad. También, doña Sagrario Gutiérrez Fernández regala las sabanillas del altar y don Juan Antonio Sánchez Gómez, dos candelabros para la Capilla. Al año siguiente, se donan los actuales faldones procesionales morados para Semana Santa.
Dos años más tarde se encarga la composición de un himno al Santísimo Cristo de la Piedad a don Miguel Linde Ávila.
En el 2003, la Hermandad adopta el paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno con la Cruz a Cuestas con el fin de sacarlo en la procesión del Viernes Santo. Las labores de restauración de las andas (que son las antiguas del Santísimo Cristo de la Piedad) y de la imagen fueron donadas a la Hermandad por don Mariano Figueroa Espinosa y por su hijo, don Alberto Figueroa Hernández. La Junta Directiva determina que el paso sea llevado por cofrades de la Hermandad mediante sorteo: los brazos se sortearán entre los hermanos, y los cordones entre las hermanas, excepto el primer año en el que la imagen la portarán antiguos Hermanos Mayores. Este mismo año, doña María del Valle Sánchez, regala otras sabanillas para el altar.
Un año después, doña M.ª Reyes Rodríguez López restaura el antiguo Estandarte de la Hermandad para emplearlo en los entierros y funerales de los hermanos difuntos, recuperando así una antigua tradición que se había perdido. El Estandarte se subastará en el Cabildo General con el resto de Oficios y quien lo adquiera se comprometerá a llevarlo, él o la persona que juzgue oportuna, en los entierros de los difuntos. De no ser esto posible, el Estandarte permanecerá en la Iglesia, a fin de que cualquier hermano pueda llevarlo hasta el cementerio. El trabajo de restauración es donado a la Hermandad. Por otra parte, don Mariano Figueroa Espinosa y su hijo, don Alberto Figueroa Hernández restauran gratuitamente la antigua Cruz del Santísimo Cristo, que queda instalada en uno de los laterales de la Capilla. Se le han añadido además unas pequeñas ruedas en el pie para facilitar su transporte, ya que es intención de la Hermandad que salga en la procesión del Viernes Santo acarreada por un hermano vestido de penitente. También el Viernes Santo de ese año se estrena la marcha de procesión “Cinco Llagas”, compuesta por don Pablo Antonio García Sánchez.
En el 2005, la Hermandad acomete una nueva reforma en las andas del Santísimo Cristo de la Piedad con el fin de reducir su peso una tercera parte y repartir la carga de una forma más equilibrada y uniforme. Para ello, se sustituye parte de la madera del armazón por materiales más ligeros y se adquieren ocho varales nuevos, también de maderas ligeras. Asimismo, se encarga la confección de setenta escudos de la Hermandad, para colocarlos con antorchas a lo largo de todo el recorrido procesional el día de la fiesta y contribuir al engalanamiento y adorno de las calles al paso de Nuestro Señor. Además, se registran dos nuevas donaciones: una Bandera de Baile regalada por don Antonio Martín Patiño, que fue bendecida el 13 de septiembre por el cura párroco, y una Pértiga donada por don Paulino Gutiérrez Pérez.
Un año más tarde, la Cofradía celebra su 475 aniversario, concediendo la Bendición Apostólica Su Santidad el Papa Benedicto XVI. Se tramita la participación del Sr. Obispo Auxiliar de la Archidiócesis de Toledo, don Carmelo Borobia Isasa, en la celebración de la Misa Mayor del día catorce de septiembre. Asimismo, se gestiona la intervención de una Escuadra de Gastadores de la Academia de Infantería de Toledo, para escoltar la imagen del Santísimo Cristo de la Piedad durante la procesión, se fabrican cien escudos más para el engalanamiento del recorrido procesional y se edita un libro conmemorativo del aniversario de la fundación de la Hermandad, obsequiándose en el Ofrecimiento. Finalmente, se organiza una becerrada de promoción para alumnos de la Escuela taurina, con entrada gratuita para todos los miembros de la Hermandad.
En el 2007, se nombra Hermano Honorífico de la Hermandad al General Director de la Academia de Infantería de Toledo, el Excmo. Sr. D. César Muro Benayas. También se inicia la costumbre de invitar a un pregonero para la inauguración del las fiestas en honor de nuestro patrón, recayendo la responsabilidad ese año en don Gregorio Escribano Patiño. Otros pregoneros han continuado emocionándonos desde entonces: don José Hornillos Alonso, don Alberto Figueroa Hernández en representación de la Banda de Música de Guadamur, doña Yolanda Sánchez-Urán Añaza, don Juan Ignacio González Hornillos, don Jesús Escribano Sánchez, don Rodrigo Gutiérrez Fernández, don Bautista Escribano Alonso, don Florencio González García-Patos, don José Sánchez Morales y don Mariano Figueroa Espinosa. A partir de este año se decide alquilar una carpa para instalarla en la plaza durante las fiestas y dar, así, sombra durante el día y cobijo en caso de lluvia.
A partir del 2008, cambia la ubicación de la celebración del Cabildo de agosto, pasando del atrio de la iglesia, a la plaza, con el fin de tener mayor amplitud y poder albergar a más gente. Dos años más tarde, se tomaría la decisión de celebrar también allí el Cabildo General de septiembre, en lugar de hacerlo en el Salón Parroquial.
En el 2009, coincidiendo con el 175 aniversario de la fundación de la Banda de Música de Guadamur, se decide que las fiestas giren en torno a ello, haciéndose entrega de una placa conmemorativa a don Juan Ignacio González Hornillos, a don Eugenio Ballesteros Melar y a don Alberto Figueroa Hernández.
En el año 2011, de forma extraordinaria, las fiestas contaron con un día más , dedicado, de forma monográfica, a los vecinos de Guadamur que habitualmente no pueden asistir a ellas. El 17 de septiembre fue denominado día de “los corazones ausentes”, organizándose una serie de actos bajo el patrón de las tradicionales vísperas del día 13 de septiembre. Ese año, por primera vez, una mujer queda al frente de la Hermandad: doña Mª Amparo Fernández Alonso.
En el 2012 se crea el “Coro de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Piedad” dirigido por doña Sonia María García Sánchez y formado tanto por integrantes de la junta directiva del momento como por personas ajenas a ella que quieren participar, con el fin de embellecer misas y triduos. En la actualidad (octubre 2015) sigue ensayando para tal fin.
También se empieza a dar la posibilidad de participar a todo aquel que quiera en el diseño de la portada del programa de fiestas. Según las bases, el cartel más votado será la portada del programa, y los demás se publicarán también, en tamaño reducido, en el interior con los nombres de los autores. El jurado lo constituirán todos aquellos hermanos que quieran acercarse a votar. Las portadas de los años 2012, 2013, 2014 y 2015 se eligieron de este modo y sus creadores fueron respectivamente: don Amador Cuartero López, don Jonathan López Ortiz, don David Martínez Medina y doña Carmen Patiño Velasco.
Ese mismo año se incorporan a la subasta de Oficios 4 faroles de mano que iluminarán las cuatro esquinas de las andas del Santísimo Cristo de la Piedad durante las procesiones; Doña M.ª Reyes Rodríguez López confecciona más de sesenta colgaduras para ventanas y balcones, de color granate con las iniciales JHS en dorado, para engalanar el recorrido procesional, y organiza en la Navidad 2011/2012, y en las sucesivas, la exposición en el salón parroquial de un monumental y original Belén hecho a mano por ella.
En el año 2013 se reparan las potencias de plata de la imagen del Cristo y los varales deteriorados, y se reponen los clavos de plata extraviados de las andas; Doña Isabel Morales López y doña M.ª del Valle Sánchez Melar donan a la Hermandad sendas sabanillas para el altar de la capilla del Cristo confeccionadas a mano primorosamente; Y se cambia el lugar habitual del disparo de la pólvora en la noche del 13 de septiembre, debido a las nuevas disposiciones del reglamento de armas y explosivos. Del terreno de Antonio Alonso Escribano en el camino de la Dehesa Vieja al de Jesús Escribano Ruiz en el camino de Toledo cerca de la calle Guarrazar.
Al año siguiente, 2014, se renueva la instalación eléctrica de la Capilla del Cristo y se limpia su artesonado; M.ª Reyes Rodríguez López confecciona numerosos tapices de gran tamaño para engalanar más el final del recorrido procesional; la Hermandad organiza la realización de un curso para obtener el carnet de Consumidor Reconocido como Experto en Pirotecnia, con el fin de que las personas que participan en la despertá del día 13 y en otros momentos de las fiestas tirando petardos y cohetes tengan el conocimiento exigido para ello; También se crea un perfil para la Hermandad en la red social Facebook que ayude a la página web a ampliar más la difusión de sus noticias.
Un año después, doña Sagrario Gutiérrez Fernández y de José María Ballesteros donan a la Hermandad cuatro nuevos oficios denominados: “Acreditaciones de Caballeros del Cristo, que se situarán, cuando salgan en procesión, detrás las “Damas del Cristo” que lucen los lazos de la Hermandad.
Ese mismo año, 2015, se organiza el Primer Encuentro entre Hermandades. Con motivo de que el día 3 de mayo, festividad de la Santa Cruz, del año 2015 cae en domingo, día del Señor, y como colofón al periodo de cuatro años en los que la Junta Directiva vigente se hace cargo de la Hermandad, se celebra un acto único en la historia de esta Cofradía y de este municipio: El encuentro en la Ermita, a plena luz del día, de las imágenes del Stmo. Cristo de la Piedad y de la Virgen de la Natividad. No sabemos a ciencia cierta si un encuentro similar tuvo lugar en algún momento de los casi 500 años de existencia de la Hermandad. Seguramente sí, pero desde que tenemos constancia, pues lamentablemente el libro de actas que se conserva comienza en el año 1939, no se ha conocido nada semejante.
El origen de las cruces de mayo es incierto, aunque la memoria popular coincide en situar su celebración en la época del emperador Constantino I (272-337 d.C.). Se cuenta que ante la preocupación por ganar una difícil batalla el Emperador tuvo una visión: en el cielo apareció brillante la Cruz de Cristo y encima de ella las palabras ‘In hoc signo vincis’ (‘Con esta señal vencerás’). Hizo construir una Cruz, la puso al frente de su ejército y venció sin dificultad. Tras la victoria, Constantino se bautizó en la religión cristiana y mandó a su madre, Santa Elena, a Jerusalén en busca de la verdadera Cruz de Cristo. El día en que fue encontrada la Cruz donde murió Jesucristo: la VERACRUZ, la cruz verdadera, fue el 3 de mayo.
A las 10 de la mañana sale en solemne procesión el Santísimo Cristo de la Piedad acompañado de los estandartes del resto de cofradías y del de la titular de la Parroquia, de la banda de música de Guadamur, del grupo de coros y danzas de la villa y de numerosos devotos y cofrades. Pasando por las calles de Toledo, Felipe del Cojo, Jorge Manrique, y Natividad y anunciando su presencia con el disparo de cohetes, llega hasta la Ermita, momento en el que, al son de la Marcha Real y acompañado de la suelta de palomas blancas, se produce el fascinante y estremecedor encuentro con la Virgen de la Natividad. En ese instante, las hermanas mayores de ambas cofradías se intercambian las enseñas de sus respectivas cofradías en señal de fraternidad.
Una hora después se celebra una misa en la explanada de la Ermita oficiada por el cura párroco don Marcos Conde y Conde. Concluida ésta, se honra al Stmo. Cristo de la Piedad y a la Virgen de la Natividad con bailes regionales, con un baile conjunto de las banderas de las hermandades de Guadamur y con un ofrecimiento de flores.
A las 13 horas, después de introducida la Virgen en su Ermita, el Stmo. Cristo regresa, de nuevo en solemne procesión, al Templo Parroquial. Esta vez bajando, con mucho cuidado por la fuerte pendiente y con gran esfuerzo de los mozos de andas, por la calle Natividad. Una vez allí, entre emotivos vivas y vítores a la devoción al Stmo. Cristo de la Piedad y al son de la Marcha Real entra en la Iglesia donde se le cantan ‘Las Llagas’ cuya letra y música fue compuesta en 1838 por nuestro paisano José Guillermo Sánchez de Diego. Para terminar se ofrece besar la cruz de mano a todos los presentes, dando por finalizado el hermoso e histórico acto, con gran alegría, contento y beneplácito de todos allí reunidos.
Por último, destacar que el día 13 de septiembre del 2015 antes de finalizar el Triduo en honor al Santísimo Cristo de la Piedad, el general de Brigada de Infantería, don José Ángel Armada Sarría hace entrega a la Hermana Mayor de su fajín de general, fajín que para él tiene mucho valor sentimental pues perteneció también a su padre, con el fin de donarlo a la Hermandad para que lo porte el Stmo. Cristo de la Piedad. Seguidamente, la Hermana Mayor, M.ª Amparo Fernández Alonso se lo entrega al cura párroco don Marcos Conde Conde, junto con los crucifijos que a continuación se impondrán a los nuevos hermanos para que bendiga todo. Una vez finalizado el Triduo, las camareras anudan el fajín al Stmo. Cristo tal y como el General les ha indicado que lo hagan, siendo el resultado emotivo y a satisfacción de todos los hermanos y personas asistentes.
Este breve resumen que nos ha permitido pasear por la historia reciente de nuestra Hermandad (hasta el mes de octubre del año 2015, fecha en que se actualiza por última vez el texto), nos ayuda a hacernos una idea de las ilusiones y de las ganas puestas por las numerosas personas que han formado parte de ella en estos cien últimos años.
Hoy día, la Hermandad la conformamos cerca de 1400 hermanos unidos todos por la devoción, el fervor y la veneración que rendimos al Santísimo Cristo de la Piedad.
3_ LOS SÍMBOLOS Y LOS SIGNOS
Nuestra imagen titular, que además da nombre a la Hermandad, es la del Santísimo Cristo de la Piedad. La talla policromada, que data de 1940, es de resina fósil y tiene unas dimensiones de 1,22 metros de alto por 1,50 metros de brazo a brazo. La imagen representa a Jesucristo crucificado agonizando, mostrando un estremecedor rostro de dolor.
3.1 LOS SÍMBOLOS
Los símbolos con los que se identifica nuestra Hermandad son:
- La Cruz, que representa la muerte por amor de nuestro Señor así como el triunfo sobre ella.
Sus cuatro ramas simbolizan las virtudes del alma humana y la unión entre el cielo y la tierra, entre Dios y el hombre: el pie de la Cruz hincado en tierra significa la fe asentada sobre profundos fundamentos, la rama superior de la Cruz indica la esperanza subiendo hacia el cielo; la anchura de la Cruz es la caridad que se extiende hasta los enemigos; la longitud de la Cruz es la perseverancia hasta el fin.
A partir de la muerte de Jesús, la Cruz se convierte en símbolo para los seguidores de Cristo, pasando a ser un signo de liberación.
- El Monograma de Cristo JHS, que son las iniciales de las palabras latinas “Iesus Hominum Salvator” (“Jesús, Hombre Salvador”). El Hijo de Dios que se hizo hombre para salvarnos, para ser el redentor de toda la humanidad.
3.2 LOS SIGNOS
Los signos ceremoniales que utilizamos son:
- Los Estandartes, que expresan toda la carga simbólica de veneración glorificada de la imagen de la que ellos son signo y al mismo tiempo nos ponen bajo su protección.
Son insignias realizadas en un trozo de rica tela de color rojo sangre y de forma rectangular, donde figura, entre bordados, pasamanerías y adornos realizados en oro y seda, la imagen de nuestro Santísimo Cristo de la Piedad. Los estandartes llevan su borde superior fijo en una vara que pende horizontal de un astil que permite portarlo y con el cual forma una cruz.
En el inventario de la Hermandad figuran dos estandartes: el antiguo, que dejó de utilizarse en 1981 por estar deteriorado y en mal estado y el nuevo que desde entonces vino a sustituir al anterior. En la actualidad ambos están en uso, y acompañan a la imagen del Santísimo Cristo en las procesiones del 14 de septiembre y del Viernes Santo.
Además, la Hermandad, como hemos indicado en el apartado n.º 2, ha recuperado la vieja tradición de acompañar los entierros y funerales de los hermanos difuntos con el, ya restaurado, estandarte antiguo.
- Las Banderas, que son insignia o enseña de la Hermandad y llevan incluido su símbolo o distintivo.
Cuando el hombre empezó a agruparse en comunidades, sintió la necesidad de elegir algún signo que le distinguiese de las demás sociedades.
Con el desarrollo de la industria textil, estos signos empezaron a pintarse sobre una tela que se sujetaba al extremo de un palo largo y que daría lugar a la bandera. Las ventajas eran evidentes: pesaba poco, se transportaba cómodamente y se sostenía con facilidad, pudiendo ser de gran tamaño. Cuando era necesario mostrarla a mucha gente, la tela se colocaba sobre un soporte para poder levantarla y hacerla visible.
Desde un principio y hasta hace muy poco tiempo, la bandera ha sido un instrumento militar.
Ya San Isidoro de Sevilla (c. 560-636), en las Etimologías, una de las primeras enciclopedias que recoge de forma exhaustiva el saber de la época, las denomina «enseñas de guerra».
Y el Diccionario de Autoridades (1726) de la Real Academia Española define así:
“BANDERA. s. f. Insignia militar que ordinariamente usan los Regimientos de Infantería: la cual es un pedazo de tafetán de dos varas poco más o menos en cuadro de varios colores según cada Nación, con sus armas y divisas, el cual está puesto es una media pica o espolón y le lleva uno de los Alféreces, siendo el lugar donde se coloca el centro del batallón.”
Tras el matrimonio, en 1496, de Doña Juana, hija de los Reyes Católicos, con el Archiduque de Austria don Felipe «el Hermoso», se introdujo en las banderas españolas una pieza que se convertiría más tarde en el símbolo hispano por antonomasia: la «Cruz de San Andrés». Esta cruz era el símbolo del Archiduque, ya que Austria estaba bajo el patronazgo de San Andrés, y la traía bordada en sus banderas. Más tarde este símbolo se estampará también en las banderas que, hasta nuestros días, han de llevar los soldados de España.
Durante los siglos XVII y XVIII los tercios españoles realizaban desfiles y exhibiciones militares en zonas rurales con el fin de reclutar soldados. Y este es el origen de las banderas en las hermandades religiosas, pues las cofradías de la época crearon entonces escuadras de alabarderos para custodiar a Cristo Rey, siendo el abanderado pieza fundamental de la soldadesca.
Un dato que confirma esta influencia es que las mayorías de las banderas de las cofradías, incluidas las nuestras, cuentan en su diseño con la Cruz de San Andrés, al igual que las antiguas banderas militares.
Nuestra Hermandad dispone de dos tipos de banderas: la “Bandera de Lujo”, que es la que lleva el abanderado en las procesiones ayudado de un cinturón que atraviesa su cuerpo desde el hombro a la cintura provisto de un hueco en el que se introduce el regatón del asta de la bandera para llevarla cómodamente y que, como su nombre indica, es más lujosa que las demás, y la “Bandera de Baile”, que es la que se baila, valga la redundancia, el día 13 de septiembre después de las Vísperas y el día 14, tanto en la procesión como después del refresco, en la Plaza de Recesvinto en el ya típico y tradicional “Baile de la Bandera”. En este baile varios danzantes rodeados por un gran número de personas dispuestas en círculo se encargan de mover constantemente las banderas al tiempo que realizan volteretas, piruetas y demás destrezas al son de las notas de la pieza musical Bandera y Patria interpretada por la banda municipal.
Hay una sola bandera de lujo, pero varias banderas de baile que suelen ser más livianas para permitir una mejor y mayor movilidad de la tela.
Tanto el portador de la bandera de lujo como los encargados de las de baile las levantan por encima de sus cabezas lanzando, en cierto modo, un llamamiento hacia el cielo, creando un vínculo entre lo alto y lo bajo, lo celestial y lo terrenal.
En el cristianismo, las banderas y los estandartes simbolizan la victoria del Cristo resucitado y glorioso.
En el discurso de apertura del Primer Festival de Bailes de Banderas, don Benjamín Melar Martín citaba los siguientes ilustres abanderados de la villa que nos han deleitado con este peculiar arte: don Ramón Álvaro, don Juan Cabezas, don Nicanor Patiño Layos, don Ramón Álvarez, don Benigno Agudo, don Mauricio García Agudo, don Felipe Pavón Gómez, don Casto Pavón Morales, don Casimiro Patiño Layos, don Celedonio García, don Ramón Álvarez, don José Pérez Manrique, don Isabelo Pérez Melar, don Gaudencio Martín Patiño, don Antonio Martín Patiño y don José Luis Esteban.
- El Escudo, emblema representativo de la Hermandad, señal de identidad cargada de espiritualidad, que está bordado en cada una de las cinco bandas procesionales y estampado en algunos objetos más, como son las bolsas en las que se envasan los tostones que se reparten durante las fiestas y los elementos decorativos que engalanan las calles al paso de Nuestro Señor.
- El Crucifijo, auténtico hábito procesional que portamos los miembros de la Hermandad el Viernes Santo, durante el triduo de los días 11, 12 y 13, y el 14 de septiembre, día de la Fiesta Grande, como símbolo de unión y hermanamiento en Cristo, porque donde está la Cruz, está el crucificado.
Desde el año 2005 la Hermandad se compromete a regalar los crucifijos a los nuevos hermanos que se den de alta, imponiéndoselos el cura párroco, ya benditos, al finalizar el triduo del día 13 de septiembre.
- La Música, que nos transporta a realidades inmateriales, gracias a la Banda Municipal de Guadamur, que desde su fundación a mediados del siglo XIX siempre nos ha acompañado.
En Guadamur, la afición y el gusto por la música son bien sabidos, y es justo mencionar a aquellos que, por ocupar el cargo de Director de Banda, han contribuido de forma especial a ello: don Antonio Briones (1886-1893), don Petronilo González Santillán (1894-1936), don León M.ª González Ayuso (1939-1983) quien, por otra parte, fue Secretario de la Hermandad durante 42 años: desde 1939 hasta 1981, don Eugenio Ballesteros Melar (1983-2003) y don Alberto Figueroa Hernández, actual director.
Nuestra Hermandad tiene muy presente la música. Inauguramos las fiestas el día 13 con un desfile de Gigantes y Cabezudos seguidos de la banda municipal, disfrutamos en conciertos amenizados igualmente por ella, nos acompaña en el Ofrecimiento y en la Procesión y nos despierta con la Diana Floreada. La Misa Mayor siempre ha sido embellecida por un coro de hermosas voces que contribuyen a dar mayor solemnidad al día principal de la Hermandad. Cabe citar, entre otros, la Escolanía de Jesús de Medinaceli, la Coral del Seminario Mayor, la Coral del Conservatorio Jacinto Guerrero, la Coral Ricardo Villa y los Seises de la Santa Iglesia Catedral Primada de Toledo, quienes durante los últimos años, dirigidos por don Ángel Redondo, han sido los encargados de hacerlo.
- Los colores rojo y morado, que son símbolos de amor y de penitencia.
El rojo es el color más parecido al de la sangre y al del fuego y simboliza la Pasión de Cristo, su sufrimiento, su sangre derramada por todos nosotros en la Cruz y el amor infinito que nos demostró al aceptarlo. Es el color que la Iglesia designa para la celebración de las fiestas de la Santa Cruz, por eso es nuestro color, el color de nuestra Hermandad. Los cordones de los crucifijos que llevamos son rojos, el fajín del Cristo es rojo, las banderas de baile, la bandera de lujo, los estandartes, las bandas procesionales, etc.
El morado es signo de penitencia, de humildad y de modestia; color que convida al retiro espiritual, a una vida algo más austera y sencilla exenta de fiestas y al arrepentimiento. Por eso se emplea en la procesión del Viernes Santo tanto en las túnicas y capuchones de los componentes del Cuerpo de Penitentes como en los faldones de la carroza y en el fajín del Cristo. Ese día, además, el Santísimo Cristo de la Piedad sale sin las potencias ni los adornos de plata de la cruz como lo requiere la época litúrgica en la que nos encontramos. De color morado también se revisten los sacerdotes durante el Adviento y la Cuaresma, vigilias, sacramentos de penitencia, unción de enfermos, bendición de la ceniza y exequias de difuntos.
Estos colores deben estar marcados también en nuestro corazón: el rojo para potenciar cada día más el amor apasionado que debemos tener a Cristo, recordando el de los mártires que llegaron a dar su vida por Él; y el morado, porque la penitencia, la humildad y la modestia deben ser alimento y actitudes constantes de nuestra vida cristiana.
- Las Velas y los Cirios, que simbolizan la luz y son elementos imprescindibles en los cortejos procesionales, hechos de cera para mantener viva la llama durante las largas horas que a veces duran las procesiones. Nuestras velas encendidas son signo del esplendor divino de Cristo que viene a expulsar las sombras oscuras del mal y a hacer el universo entero radiante con su luz eterna.
4_ LA MÚSICA Y LA POESÍA
La devoción al Santísimo Cristo de la Piedad ha inspirado a músicos y a poetas, vecinos o no de la villa, a lo largo de todos estos años. Sin ánimo de caer en la exhaustividad de la enumeración y trascripción de las obras, entre otros motivos por la injusticia que se cometería al omitir alguna de ellas, dedicamos aquí un breve espacio para dejar constancia de tal inspiración.
En el año 1838, nuestro paisano don José Guillermo Sánchez de Diego compuso la música y la letra de “Las Llagas”, que se cantan en la Iglesia al finalizar la misa de los días 11, 12 y 13 de septiembre y de todos los Viernes de Cuaresma. La letra reza así:
Primera: A la llaga de la mano derecha:
Esas llagas amorosas
estampadas por mi amor,
me dicen que eres mi padre (bis)
mi Jesús y Redentor (bis).
Segunda: A la llaga de la mano izquierda:
Tus benditísimas manos
que fabrican el sol,
viéndolas traspasadas (bis)
nos mueven de pasión (bis).
Tercera: A la llaga del pie derecho:
Duros clavos atraviesan
tus santos pies sin razón,
y al mismo tiempo traspasan (bis)de María el corazón (bis).
Cuarta: A la llaga del pie izquierdo:
En ese madero santo
tu muerte, visa alcanzó,
siendo tu sangre preciosa (bis)
bálsamo que nos sanó (bis).
Quinta: A la llaga del santísimo costado:
De tu divino costado
con abundancia salió,
una fuente misteriosa (bis)
donde el cristiano bebió (bis).
En 1969, don Clemente Palencia Flores, académico de número de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, cronista oficial de la ciudad, archivero del ayuntamiento, escritor, investigador y poeta escribió:
Señor del sacrificio consumado,
inmóvil en tu cruz, tan abatido,
que has quedado en silencio, y en tu oído
se amortaja el cabello coagulado.
Rosa de un corazón que se ha secado,
deshojándose en llagas su latido,
Jesús en cruz, por tu dolor vencido,
Cristo por tu piedad crucificado.
En el 2002, don Miguel Linde Ávila compuso un himno al Stmo. Cristo de la Piedad a petición de la Junta Directiva:
I
Por qué busco en mí tantas razones
que justifiquen tu amor y tu presencia
y es que somos humildes pecadores
que venimos a pedirte tu clemencia.
Tú que tienes dones infinitos,
tuviste que quedarte en nuetra tierra,
tuviste que morir por mis pecados
aunque tu amor Jesús no lo merezca.
Estribillo
Santísimo Cristo de la Piedad
tú que viste mi pueblo abandonado,
preferiste quedarte entre nosotros,
aunque sabemos que estás en todos lados.
II
Sentimos que sabes perdonar
los pecados de este pueblo que te adora
perdona los pecados de otros pueblos,
porque sabemos que otros pueblos también lloran.
Santísimo Cristo de la Piedad.
Hoy pedimos en este pueblo tu presencia,
queremos sentirte entre nosotros
para tener tu perdón y tu clemencia .
Guadamur santuario de esperanza
donde Cristo te quiere y te perdona
donde estará siempre tu posada
que tendrás abierta a todas horas.
5_ LOS ACTOS RELIGIOSOS
Como ya indicaba don Jesús Hornillos Alonso en la publicación de la Hermandad de 1981, en 1545 la estructura de las fiestas era ya bastante similar a la de nuestros días. El día 13 por la tarde, después de cantarse Vísperas, tenían lugar las llamas “Fogueras”, tradición muy antigua de los pueblos hispanos y que se convertirían después en los fuegos artificiales de influencia árabe. El 14 se celebraba la Misa por la mañana, y por la tarde el Ofrecimiento seguido de la Procesión. Durante los días 15 y 16 se celebraban distintos festejos, y el domingo siguiente, el Cabildo General de la Hermandad, en la puerta de la Iglesia.
A lo largo de estos casi quinientos años, los actos religiosos apenas han experimentado cambios apreciables. El denominador común de todos ellos es que la fiesta se centra en el día 14, previa preparación espiritual con el Tríduo.
En los años cuarenta y cincuenta, el Miserere del día 13 era cantado por la Capilla de la Catedral de Toledo, acompañada por un cuarteto de cuerda del que cabe destacar al famoso bajo Landáburu.
El Día Grande acoge tres acontecimientos: Misa Solemne, Ofrecimiento y Procesión.
Del primero y del último, poco más hay que resaltar sobre lo que son ritos habituales de la Iglesia Católica. No obstante, con respecto a la Misa Mayor, cabe mencionar que ha sido costumbre contar con la presencia de afamados predicadores como don Eduardo Martínez González, don Anastasio Granados –quien fuera Canónigo de la S.I.C.P. y posteriormente Obispo Auxiliar de la Diócesis-, don Ángel Morán Otero -Canónigo Mestrescuala de la S.I.C.P.-, don Filiberto Sáinz Pardo -Canónigo Magistral de la S.I.C.P.-, don Ángel Moreno Nieto, Fray Justino de Fuensalida, don Manuel Movilla Montero –Sacerdote Jesuita- y don Vicente Mundina Balaguer. No podemos olvidar la entusiasta colaboración de nuestros paisanos don Isidoro Morales Vélez, O.P. y de don Jesús Hornillos Alonso.
Antiguamente la procesión no tenía el recorrido actual, era bastante más corta: salía de la Iglesia, para tomar inmediatamente la calle Jardines primero y San Ildefonso después, como en la actualidad, pero al llegar a la del Río regresaba ya a la Iglesia. Es en 1940 cuando se amplía la carrera procesional pasando a ser la que hoy conocemos, pues don Marcial Gómez Mora, al regalar la actual talla del Cristo, impone la condición de que ésta pase por su casa.
En ocasiones, la carrera procesional se ha visto alterada por circunstancias ajenas a la Hermandad; sin ir más lejos, el último Viernes Santo, (14-04-2006), debido a la persistente lluvia y al viento inoportuno, la procesión modificó sobre la marcha su itinerario acortando el recorrido: desde la avenida del 27 de marzo se encaminó hacia la Iglesia por la calle de la Luna.
Hay que mencionar que la imagen del Santísimo Cristo para a lo largo del recorrido en las proximidades de las viviendas de todos aquellos hermanos enfermos que así lo solicitan, orientándose hacia ellas durante unos minutos.
Durante la procesión se cantan dos motetes: el primero, Canto de la Plegaria al Santísimo Cristo, compuesto por nuestro paisano don Domingo García Pérez, se interpreta en el cruce de las cuatro calles (c/ San Ildefonso y c/ Stmo. Cristo de la Piedad) -con anterioridad se entonaba el Salve Llagas-; el segundo, Ay del Alma, se canta en la Plaza de Miguel de Cervantes.
El caso del Ofrecimiento sí entraña una peculiaridad, por lo menos a los ojos de un forastero: se trata de la ofrenda personal, y en la mayoría de las ocasiones familiar, que realiza todo el pueblo al Santísimo Cristo de la Piedad, cuya imagen es situada en el atrio de la iglesia bajo un arco hecho de oloroso romero. La banda de música y los abanderados acompañan en todo momento al pueblo en su ofrenda.
Así llegamos al punto donde el concepto que entraña la palabra Hermandad desdobla su significado, ya que si hablar del Santísimo Cristo de la Piedad es hablar de Guadamur, no es menos cierto que hablar de la Virgen de la Natividad, también lo es. Y es que desde el 7 hasta el 16 de septiembre, Guadamur vive una única fiesta, la de sus Hermandades, cuyos componentes, en muchas ocasiones lo son por duplicado.
Un día también importante para nuestra Hermandad es el Viernes Santo, porque en ese día la Iglesia conmemora la pasión y muerte de Jesús, destacando como símbolo fundamental de salvación la Cruz del Señor. Está firmemente clavado en ella, pero lo que había sido su suplicio, un instrumento infame y deshonroso, se convierte en el árbol de la vida y escalera de la Gloria por suponer su triunfo victorioso ante la muerte. Cristo no es un vencido sino un vencedor.
Este día no hay celebración eucarística, pero tenemos un acto litúrgico después del medio día. La Cruz, que es el elemento que domina toda la celebración iluminada por la luz de la resurrección, se muestra como trono de gloria e instrumento de victoria; por esto es presentada a la adoración de los fieles. Al finalizar los oficios el Santísimo Cristo de la Piedad es colocado delante del altar para la veneración de los asistentes, que se acercan a besar la imagen.
Después, ya de noche, llega el momento de la procesión. Nuestro Cristo de la Piedad vuelve a salir a recorrer las calles de su pueblo, pero esta vez no sale solo. La hilera de pasos se suceden precediendo al Cristo crucificado: San Juan, la Verónica, Jesús atado a la columna, Jesús Nazareno -Jesús de Medinaceli- y Nuestro Padre Jesús Nazareno con la Cruz a cuestas. Tras Él la Piedad sosteniendo con amargura el cadáver de su Hijo entre los brazos y por último, llorando su dolor, la Soledad cubierta con un manto negro en señal de luto y duelo. El silencio es impactante. Sólo se rompe con el redoble de los tambores y el sonido las marchas fúnebres interpretadas por la banda municipal.
También es ya tradición el canto de saetas interpretadas por aficionados de la localidad como don Santiago Sánchez Manrique, don Santiago Villarrubia González, don Juan José Morales Sánchez, don Ramón Carretero Palomino, don Pedro Vega Carreres y don Francisco José Gutiérrez Solís.
No podemos finalizar este capítulo sin hacer alusión a los curas párrocos de Guadamur, que tanto han hecho siempre por nuestro pueblo. Queremos dejar constancia desde aquí de que sin su colaboración y sin la ayuda desinteresada que nos han prestado, la labor de las sucesivas Juntas Directivas que se han hecho responsables del funcionamiento de la Hermanad, hubiese sido difícil y complicada. Solo resta mencionarlos. Desde 1939 han sido los siguientes:
Don Emilio Rodríguez Sáez (1939-1947)
Don Apolinar Pérez Torrego (1947-1955)
Don Domingo Bautista Zapardiel (1955-1968)
Don Eugenio Sabrido Rico (1968-1974)
Don Manuel Fernández Villares (1974-1975)
Don José Tarjuelo Fernández (1975-1989)
Don Marcos Conde y Conde (en la actualidad).
6_ LAS FIESTAS PROFANAS
Tres son los elementos que diferencian nuestras fiestas del prototipo de festejo popular español.
El primero es la Pólvora, cuya peculiaridad radica en la relación que existe entre el espectáculo que se ofrece y el número de habitantes de Guadamur. En Guadamur ya no se conciben estas fiestas sin el olor a pólvora de los fuegos artificiales y sin el sonido de las bombas y de los cohetes que se lanzan de día y de noche.
Los fuegos artificiales poseen una magia especial que atrae, como ningún otro espectáculo, a las multitudes. Nosotros lo vemos cada 13 de septiembre. Se llenan las calles de gente, da igual que haya que ir a trabajar o al colegio al día siguiente; y es que la pirotecnia encierra ciencia y arte: la ciencia de haber depositado energía bajo una débil envoltura para después liberarla rápidamente con gran potencia de combustión, y el arte de que esos efectos sonoros, propulsivos y luminosos se realicen con armonía y esplendor.
El origen de los fuegos artificiales se encuentra en las civilizaciones orientales. Estos conocimientos llegaron a Europa a través de los griegos, pero con la caída del imperio romano decayeron las practicas pirotécnicas hasta que resurgieron en los siglos XI y XII. Fueron los musulmanes quienes reactivaron dichas prácticas en el ámbito militar y festivo. Por ello, quizás la enorme afición existente en Guadamur a la pirotecnia tenga su raíz en la estrecha vinculación que nuestra villa tuvo con el mundo árabe.
Con los años, los fuegos artificiales en nuestro pueblo han ido evolucionando, pasando de la tradicional pólvora de palos, en la que se disparaban algunos cohetes y pequeñas carcasas de luces entre tiempo y tiempo, a los actuales y majestuosos castillos.
Desde 1939, han pasado por Guadamur gran parte de los más afamados pirotécnicos de España. Los mencionamos a continuación por orden cronológico:
Don Tomás Toledo Zarza, de Magán (Toledo). Sólo vino dos años, porque también le contrataba la Hermandad de la Virgen y, para preservar la sana competitividad existente entre ambas Hermandades, se decidió prescindir de sus servicios.
Don Esteban Valencia Pérez, (Madrid) famoso por los aviones que encendían la pólvora.
Don Eleuterio Díaz, de Getafe (Madrid).
Los Hijos de Esteban Valencia Pérez, de Madrid.
Don Regino Lucas, de Ventas de Retamosa (Toledo).
Don Ricardo Caballer, de Godella (Valencia).
Don Luis Brunchú Alonso, de Valencia.
Don Salvador Sanmartín, de Villamarchante (Valencia).
Pirotecnia Arnal, de Valencia.
Pirotecnia Igual, de Barcelona.
Pirotecnia Gori, de Mislata (Valencia).
Pirotecnia Continental, de Villamarchante (Valencia).
Pirotecnia Esteve-Sanmartín, de Requena (Valencia).
Pirotencia Turís, de Turís (Valencia).
La pirotecnia en las fiestas en honor al Santísimo Cristo de la Piedad consta de varias modalidades: despertá, mascletá, pólvora o castillo de fuegos artificiales y tracas.
La despertá marca el comienzo del día 13 a las siete y media de la mañana, cuando los hermanos más audaces se encargan de despertar a los vecinos tirando bombas y cohetes, anunciando el inicio de las fiestas.
A las dos de la tarde del día 13, le toca el turno a la mascletá, la mayor expresión de ruido como la catalogan los expertos en estos fuegos. También el día 14 por la noche, en un intermedio de la orquesta, se quema una mascletá nocturna, modalidad de máscletá que hace las delicias de los que estamos a esa hora presentes en la plaza.
La noche del día 13, el oscuro cielo de verano se cubre de un sinfín de figuras y colores. Es hora del castillo. En él se produce la combinación exacta de carcasas y efectos especiales. Es la función estrella, y atrae a miles de vecinos de otras localidades de la provincia, convirtiéndose en una auténtica referencia de interés regional.
Y, como no podía ser de otra manera, las fiestas acaban el día 16 con una sonora y ruidosa traca fin de fiestas.
El segundo elemento diferenciador, es el Baile de la Bandera , aunque no es exclusivo en la comarca. En este sentido, desde el año 2004 nuestra Hermandad ha organizado diversos festivales comarcales de “Baile de Banderas”, con la participación de pueblos vecinos como Polán, Casas Buenas, Argés, Burguillos, Sonseca y Santa Olalla.
El tercer acontecimiento típico es el Refresco, que consiste en repartir tostones y limonada entre los vecinos de la villa. A lo largo de las fiestas patronales se realizan cuatro refrescos: el del mediodía del 13, el de ese mismo día por la tarde coincidiendo con las Vísperas, el del día 14 tras la Misa Mayor, y el del 15 durante el Cabildo General; y se consumen más de setecientos kilos de frutos secos (principalmente tostones) y cuatrocientos litros de limonada.
El envasado de los tostones y la elaboración de la limonada permite a los miembros de la Junta Directiva disfrutar de un verdadero acontecimiento social, en el que los más veteranos en estas lides dirigen las operaciones a realizar, repartiéndose las diversas tareas entre el resto. Se respira ya entre los asistentes un ambiente festivo que, acompañado del continuo lanzamiento de cohetes, es preludio de que las fiestas están a punto de llegar.
7_500 AÑOS EN HERMANDAD
Ha pasado ya casi medio milenio desde la fundación de la Hermandad y mucho ha cambiado el mundo en que vivimos. Si nuestros paisanos de entonces se asomaran a nuestros días, a duras penas reconocerían el entorno en que nos desenvolvemos: agua corriente, alcantarillado, luz eléctrica, el propio suelo que pisamos y un largo etcétera de logros y adelantos que han contribuido a mejorar nuestra calidad de vida.
Muy probablemente, dentro de 500 años, allá por el 2500, el panorama sea muy distinto al de hoy. Nuestra mente no está preparada para imaginar cómo será entonces nuestro pueblo, ni los hábitos de vida, ni si quiera los problemas que preocupen a la humanidad. Sin embargo, y a pesar de esa incertidumbre, tened la seguridad de que, al igual que en estos últimos 500 años, el 14 de septiembre, tras pasar la imagen del Cristo por el umbral de la Iglesia, alguien con voz alta y firme se dirigirá al pueblo para decir “Viva la devoción al Santísimo Cristo de la Piedad”.